sábado, 11 de julio de 2015

LA ACEBEDA. EN PLENO VALLE MEDIO DEL LOZOYA.


Destaca por ser un pueblo de arquitectura alegre entre montañas.

¿Pero, cómo puede haber un pueblito, con algo más de 60 vecinos, en mitad de un paraje, dentro del Parque Nacional del Guadarrama? Pues para hacerlo más atractivo si cabe.

Es cierto que La Acebeda no se entiende sin sus sendas hacia el monte y sus alrededores, pero no olvidemos contar con su encanto urbanístico.

Todo de piedra, todo recogido; puesto como para una foto y para invitar a quedarte un rato al abrigo de una buena lumbre.

La piedra (en su mayoría granito) reina entre fachadas. Pero su potencial, como decimos, está en sus bosques explosivos de naturaleza verde.

Siguiendo el curso de la Cañada Real Segoviana se encuentra en La Ermita de la Virgen Blanca, patrona del municipio, uno de esos lugares en los que se respira paz y espiritualidad en cualquier época del año, con una modesta hornacina en la roca, atrae a cientos de caminantes.

A su alrededor surgen otros caminos donde poder gastar el calzado, como la Cueva del Gato o la de la Cueva de la Moneda, o el camino a la Dehesa, con sus antiguos molinos harineros.

Pero el pueblo tiene más, como los restos de la más antigua construcción de La Acebeda, la Casa de la Peña, enclavada en la roca; o la Iglesia de San Sebastián, epicentro antaño de la vida de un pueblo muy de montaña y hoy destino de excursionistas curiosos de cultura.

Además cuenta con el honor de ser cuna de fuentes de aguas puras de manantial, que tanto atraen a todo urbanita, al cual le resulta difícil resistirse a la tentación de saciar la sed y refrescar su cuerpo.

Su Casa de la Cultura sirve como centro neurálgico para los visitantes. Desde aquí parten las rutas hacia el Puerto de La Acebeda, una caminata para todos los públicos remontando el Cerro del Gargantón, donde conviven el silencio y la naturaleza.

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