Cuando vives en la
gran urbe y piensas desconectar y hacer excursiones cerca de Madrid, siempre
terminas pensando en los kilómetros y en los atascos de vuelta.
Tal vez la mejor opción sea el usar esos
días de vacaciones perdidos, esos días de asuntos propios o “moscosos”; sino
habrá que recurrir al “finde” para recorrer lugares que descubres que hasta ahora
sólo estaban en tus sueños…
Aquí te dejamos varias ideas de destinos,
por la zona norte, a menos de 2 horas de Madrid; esperamos os resulten
atractivos y sugerentes:
La
Acebeda,… un lugar de agua y cielo.
A 45 minutos y apenas 80 km de Madrid, dentro aún de esta Comunidad
Autónoma, encontramos esta hermosa y muy desconocida Villa. Los acebos, que le
dan nombre, sus arroyos de aguas cristalinas, sus pinares declarados Sitio
Natural de Interés Nacional desde 1930; sus recursos naturales en fauna y
flora, seducen al más tímido de los naturalistas. Recorrer sus caminos y
veredas, toda una “gozada”.
En cuanto a la arquitectura civil y religiosa de esta pequeña y hermosa Villa de La Acebeda destacaremos: la Iglesia Parroquial de San Sebastián (Siglo XVII),
el Potro de Herrar (ejemplo de la arquitectura tradicional serrana), la Fragua
Municipal (conserva en perfectas condiciones sus elementos originarios: el
hogar, la pila de agua, el yunque y el fuelle, así como todos los utensilios
para su uso), la Casa de las Peñas (la edificación más antigua del municipio.
Probar una gastronomía de productos locales de la tierra, en los fogones de una de las antiguas casas de
labranza de La Acebeda, hoy convertida en el Hotel Rural-Restaurante, La Posada
de los Vientos; no dejará indiferente al comensal que busca una cocina tradicional
serrana, renovada, creativa y puesta al día conforme a los nuevos gustos.
Otros municipios cercanos y archiconocidos como Buitrago del Lozoya,
Montejo de la Sierra (el del famoso hayedo) o la Hiruela, completarán la tarde
de esta maravillosa escapada.
Pedraza;
para adictos a España.
Saliendo de Madrid por el Puerto de
Somosierra, tomando la N-110, mezclando naturaleza y patrimonio, entramos en
Segovia y enseguida encontramos la villa de Pedraza, una de las localidades con
un casco viejo maravilloso que viene de la Edad Media, donde podremos visitar la Plaza, el museo del pintor Ignacio Zuloaga,
su imponente castillo o las mazmorras en la torre de la entrada,… Podremos
disfrutar en sus restaurantes y tascas de un buen cordero asado, después de
hacer unas compras en sus pequeñas tiendas artesanas…
Al volver a casa, no debemos pasar por
alto Sotosalbos (mencionado en El Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita),
un pintoresco conjunto urbano donde destaca su magnífica Iglesia románica del
siglo XIII, de capiteles prodigiosos, con
muy interesantes motivos arquitectónicos, que alberga en su interior la imagen
también románica de la Virgen de la Sierra. A poca distancia de este lugar,
otros dos templos románicos muy atractivos, el de Pelayos del Arroyo y el de La
Cuesta, este último encumbrado en una colina, depositario de unas excelentes
tablas del siglo XV y unas pinturas murales del XIII. Si podéis no dejéis de
acercaros a Turégano para admirar su Plaza Mayor y su espectacular Castillo, declarado
Monumento Histórico Artístico.
Riaza,
ruta del color.
A las orillas del río Aza, este señorío
eclesiástico, pasa de ser una aldea a convertirse en villa, allá por el siglo
XV. Al llegar nos encontraremos con su Plaza Mayor, cuyo aspecto actual data
del año 1873, cuando se explanó el ruedo que tiene forma de elipse. En su
estuvo colocado el "rollo jurisdiccional" (a veces denominado
simplemente "rollo" o "picota") que era una columna de
piedra, sobre unas gradas, que solían poseer aquellos municipios que gozaban de
plena jurisdicción, donde se exponía a los reos a la vergüenza pública y se
colgaban los miembros cortados de algunos condenados a muerte o mutilados.
Si hablamos de su arquitectura religiosa
tenemos que mencionar la Iglesia Parroquial Nuestra Señora del Manto, que
encierra una hermosa colección de arte sacro; y la Ermita de San Roque, que fue
construida tras la epidemia de peste que asoló el país en el año 1599 como
cumplimiento de un voto.
Los antiguos pueblos que integran el municipio
conforman un importante recurso patrimonial y natural. La Ruta Del
Color es la que componen estos pequeños pueblos, un recorrido excepcional
para conocer localidades y parajes únicos y de gran belleza; pueblos rojos,
negros o amarillos, según los materiales de la zona presentes en sus
construcciones, van apareciendo cuando se sigue la carretera SG-V- 1111 que va
desde Riaza a Santibáñez de Ayllón.
Si no deseáis subir a la Estación de
Esquí y Montaña La Pinilla; cerca, muy cerquita de Riaza, continuando por la
N-110 dirección Soria, nos encontraremos con la Villa de Ayllón, un lugar por
descubrir.Artístico. Asentada en las faldas de una rojiza
colina, está declarada Conjunto Histórico - Artístico de Carácter Nacional. Merece
la pena recorrer sus empedradas calles y sus señoriales casas: la Casa del
Águila, la Casa de la Torre, el Palacio de Eugenia de Montijo; y sus sacros
edificios: Iglesia de María la Mayor, Iglesia de San Martín. Un paseo que nos
ayudará a descubrir rincones llenos de historias.
Sepúlveda y las Hoces
del río Duratón,… “El museo vivo más
grande del mundo”.
Una vez en la
provincia de Segovia, podemos echar la tarde visitando la bella Sepúlveda, cuyo
origen se pierde en la Edad del Hierro, y perder la noción del tiempo en una de
sus quince iglesias que se conservan de su gloria medieval, fruto de religiones
y las culturas cristiana, judía y musulmana.
Desde el llamado,
alguna vez, desierto del Duero; desde tiempos pasados de romanos, visigodos o desde
los algo más cercanos, con Alfonso I de Aragón, los Reyes Católicos, Carlos
III, o el mismo Empecinado, durante la guerra de la independencia contra Napoleón; Sepúlveda
siempre sobresalió por su resistencia numantina.
A dos minutos de
Sepúlveda, las Hoces del Duratón, que toman nombre del río que kilómetros
antes nació en Somosierra; declaradas Parque Natural, dan para mucho.
Una especie de Gran Cañón
castellano, con desniveles de hasta 100 metros, donde sobrevuela la mayor
colonia de Europa de buitres leonados, y en la que se puede realizar una ruta
asequible a pie que te llenará de sensaciones y llenara la memoria de tu cámara
de fotos. El paisaje bien lo merece, sobre todo si nos dirigimos caminando
hasta las ruinas del Monasterio de la Hoz y descubrimos en bruto, esa mezcla de
naturaleza e historia, como si de un museo vivo se tratase.
A tiro de piedra, podremos llegar a Cantalejo, localidad que ostenta, junto
a la capital de la provincia, el título de ciudad, otorgamiento real de 1626. Su
fama se extendió por toda España por los excelentes trillos que allí se
fabricaban para utilizar en las eras de buena parte de España. Como
construcciones religiosas destacadas tiene la Iglesia de San Andrés, neoclásica
del XVI, y a tres kilómetros de la población, una ermita románica que fue
asiento de los Caballeros del Temple.
Segovia,
disfrútala.
rocoso
flanqueado por dos ríos, el Eresma y el Clamores, que conforman fértiles vegas,
Segovia siempre ha estado vinculada al mundo romano; lo podemos comprobar a
través de su acueducto, una de las referencias arqueológicas más conocidas de
nuestro país a escala internacional y, desde luego, símbolo por antonomasia de
la capital segoviana y parada obligatoria del viajero. Otras dos joyas de
talla mundial son: su Catedral, que entre otras obras de gran belleza, alberga
en el altar del trascoro, la urna que conserva los restos de San Frutos,
Patrono de Segovia, y en el claustro, situada a cierta altura, una inscripción
que da fe de encontrarse enterrada allí la judía conversa que fue arrojada
desde las Peñas Grajeras, acusada de adulterio, y como se encomendase a la
Virgen de la Fuencisla, llegó sana al suelo; se convirtió al catolicismo y aquí
tiene su sepultura; y su Alcázar,
construido como fortaleza, se alza sobre un cerro, siendo uno de los
castillos-palacio más distintivos en España y de Europa por su forma de
proa de barco.
Si de verdad se desea “gastar
zapatilla”, un conglomerado de iglesitas románicas encantadoras, museos y rutas
naturales, os harán pasar un buen rato. Por supuesto, para reponer fuerzas una
gastronomía, con historia de fogones; con restaurantes y mesones centenarios, en
donde la calidad, los judiones, el cochinillo y el cordero asado, no pueden
faltar.
Estas son nuestras propuestas de
escapadas desde Madrid, a una distancia asumible en coche, suficiente para disfrutar
de todo un viaje en el tiempo; para poder decir: "He vivido".