El mundo de las abejas y la apicultura es una
práctica ancestral en los ecosistemas de nuestro entorno y sin embargo hoy en
día sigue siendo un desconocido.
En el medio rural, el sector apícola ejerce
un importante papel dinamizador, constituyéndose
a menudo como alternativa productiva en zonas deprimidas y de montaña. La apicultura
está considerada una actividad ganadera que cuenta con 5.300 profesionales de
los 19.000 que hay en el conjunto de la Unión Europea, situando a España como
principal país de la Unión Europea en censo apícola. Un sector que destaca
también por su profesionalización, con un 75% de las colmenas gestionadas por
apicultores profesionales, y su magnitud como productor de miel y productos
apícolas, cada vez de mayor aceptación y valor comercial.
La importancia de las abejas, sin embargo, va mucho más allá,
debido al papel fundamental de estos pequeños insectos en la conservación del
medio ambiente y en la polinización de los cultivos.
La apicultura, además de tener importancia dentro de la economía
de las zonas rurales, es fundamental para el equilibrio ecológico y es la base
para la conservación y la diversidad de las plantas que dependen de la
polinización, tanto las de las cultivadas como de otro tipo, contribuyendo a
regenerar la cubierta vegetal, ayudando a la conservación de especies vegetales
en peligro y a mantener la diversidad de vida animal.
Las abejas, pilar básico de la agricultura.
En la localidad de Pastrana (Guadalajara) se celebró, la Feria
Apícola Internacional, la más antigua de las ferias españolas dedicadas a la
apicultura. En ella los profesionales vienen reclamando a las autoridades un
plan de apoyo al sector en el que participen de manera coordinada las Administraciones
Públicas; reivindicando un mayor impulso a las políticas sanitarias del sector,
con el objetivo de hacer frente a las enfermedades de las cabañas y al
despoblamiento de las colmenas.
Mapa de mieles españolas con Denominación de Origen.
Los alimentos con sellos de calidad diferenciada —Denominación
de Origen Protegida (DOP), Indicación Geográfica Protegida (IGP) y
Especialidad Tradicional Garantizada (ETG)— constituyen el sistema utilizado en
España y reconocido en la Unión Europea para proteger muchos de nuestros
alimentos de calidad con características propias y diferenciales, debidas al
medio geográfico en el que se producen las materias primas, en el que se
elaboran los productos y a la influencia del factor humano que participa en las
mismas.
En el caso de las mieles españolas,
únicamente existen tres DOP reconocidas según el mapa oficial del Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente —Miel de La Alcarria, Miel de Granada y Miel de Tenerife— y una IGP, Miel de Galicia.
Miel de La Alcarria.
La Alcarria es una comarca típica de
páramos que la separan de la monótona llanura manchega y los suaves perfiles de
la campiña del Henares. Allí se produce una miel exquisita con una sutileza y
aroma extraordinarias que recuerda el origen floral del que proviene, las
plantas aromáticas silvestres.
La miel de la alcarria es exclusivamente
floral y su consistencia puede ser fluida, viscosa o cristalizada. La
cristalización, que es el cambio natural del estado físico de la miel, es la
garantía de su autenticidad y está estrechamente relacionada con su origen
botánico.
El tratamiento calórico al que se somete
a las mieles para su envasado, para la Miel de La Alcarria no supera los 45ºC,
permitiendo así que conserve todas sus propiedades terapéuticas y alimenticias.
No se permite la pasteurización, ya que este proceso altera notablemente las
propiedades físico-químicas y organolépticas de la miel.
Miel de Granada.
La producción de miel en la zona
granadina se remonta a tiempo inmemorial. Entre los factores naturales que
influyen directamente en esta miel hay que señalar la orografía, el clima y la
vegetación típica de Granada, y entre los factores humanos, las tradicionales
rutas de trashumancia que realizan desde hace siglos los apicultores
granadinos.
La provincia de Granada presenta una
gran variabilidad orográfica y climática que favorece las rutas de
trashumancia, en busca de las diferentes floraciones, con el objeto de cubrir
la mayor parte del año. Aprovechando las diferentes cotas altitudinales, las
colmenas viajan entre la sierra, los valles y la costa.
Sin duda, el principal factor que
confiere las peculiares características de la miel de Granada es la flora de la
provincia. Más de 300.000 hectáreas de monte ocupadas por plantas aromáticas,
lo que hace que el aprovechamiento apícola sea muy importante. A esto hay que
añadir extensiones importantes de castaños, naranjos, y en la zona litoral,
aguacates.
Miel de Tenerife.
La exclusiva flora natural y cultivada
de la isla de Tenerife, con gran número de endemismos y una dilatada temporada
de floraciones, que hacen que las abejas puedan estar trabajando prácticamente
todo el año, son la causa de que en Tenerife, con un territorio tan reducido,
se recolecte gran variedad de mieles distintas y muchas de ellas únicas en el
mundo gracias a la combinación de brezos, castaños, tajinastes, escobones,
barrilla, frutales, hierbas y un sinfín de otras especies vegetales donde las
abejas encuentran el néctar con el que elaboran las mieles.
Actualmente se reconocen trece mieles
monoflorales, además de contar con excelentes mieles multiflorales
tradicionalmente referenciadas por la altura de producción como de costa, monte
y cumbre; las mieles multiflorales contienen una conjugación de néctar variado
procedente de flores típicas a determinadas altitudes con respecto al nivel del
mar, sin que haya un tipo de flor que predomine o destaque del conjunto.
Miel de Galicia.
La Miel de Galicia es un producto
natural y fresco que se produce de forma artesanal desde hace cientos de años.
El cuidado y las atenciones que se ponen en su elaboración le permiten
conservar sus propiedades genuinas.
Galicia goza de un clima especialmente
benigno con abundante lluvia a lo largo de todo el año. Estos factores, además
de las características especiales de un suelo granítico y de la influencia de
los vientos y los aires marinos, dan lugar a una flora rica y variada, que
permite tanto la producción de miel monofloral como la de un abanico de miel de
milflores. Los colmenares gallegos son pequeños y se dejan mimar con esmero por
el apicultor. Se consigue así la calidad en los procesos de extracción y envasado
de producto.
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Acebeda, tenemos una de las mejores mieles de la Comunidad de Madrid, ganadora
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