La miel es
producida por la acción de las abejas a partir del polen de las flores y cuyos
competentes son increíblemente beneficiarios para la salud del organismo
humano. Alivia la tos, mejora la memoria, es altamente nutritiva, elimina
bacterias y hasta es usada en tratamientos para quemaduras. Lo cierto es que
este producto es considerado por muchos como mágico y hasta «milagroso», pero
fuera de los adjetivos es científicamente saludable.
La miel es
uno de los ingredientes que nunca puede faltarnos en la alacena, ya sea para
añadir sabor dulce a nuestros platos, utilizarlo para remedios caseros o para
tratamientos de belleza, es indispensable contar con ella en buen estado, por
lo que hoy te daremos tres consejos muy prácticos y sencillos para lograrlo.
El agua y el
azúcar son los dos componentes básicos de la miel, y a los que cualquier tipo
de variación, ya sea natural —temperatura, humedad…—, o malas prácticas en su
uso o almacenamiento, pueden afectar, provocando problemas en la estabilidad de
la miel y su periodo de conservación.
Por ello, te
ofrecemos una serie de claves para saber cómo conservar la miel de la manera
más adecuada.
Cómo
conservar la miel.-
Procura que al momento de guardar tu
miel sea en envases de vidrio, ya que pueden aguantar cambios de temperatura,
no se oxidan y los insectos no lograrán introducirse.
En el caso de mieles cristalizadas
(miel sólida), la miel no tolera demasiada temperatura —no más de 20 ºC—, ya
que puede causar el colapso de su estructura cristalina. Por lo tanto, debe ser
almacenada en un lugar donde la temperatura no exceda esta temperatura, y por
un periodo máximo de dos años. Este tipo de miel puede ser guardada en la
bodega, como un buen vino, siempre y cuando no esté demasiado húmeda y las
tapas estén perfectamente selladas.
Para las mieles líquidas, la
temperatura de almacenamiento ideal es de unos 25 °C, para ralentizar su
cristalización. Sin embargo, debería consumirse más rápidamente que las mieles
sólidas, en un plazo de seis meses.
Cuando el tarro de miel se guarda en
un armario alejado de la luz, su conservación no debería exceder de dos años,
aunque haya sido abierto. Como la miel tiene antibióticos naturales, es un
alimento muy estable. Después de un tiempo puede sufrir transformaciones. Si
era líquida, la miel puede volverse más sólida. La apariencia cambiará, el
sabor puede cambiar también. El sabor no será el mismo con la miel que se ha
abierto durante mucho tiempo.
Las mieles que provienen de las flores
de los árboles son líquidas y las mieles de las flores silvestres son sólidas,
pero todas las mieles se cristalizarán después de un tiempo. Y es la relación
fructosa/glucosa la que induce el aspecto líquido o sólido. Algunas mieles se
mantienen líquidas durante mucho tiempo y otras se cristalizan enseguida.
Desde el punto de vista de la
alimentación, un tarro de miel puede conservarse durante dos años. Pero
terapéuticamente, para que la miel conserve sus propiedades, debe mantenerse
alejada de la humedad y el calor y especialmente de la radiación UV. Así que
deben ser guardados en el armario.
No se debería dejar el tarro de miel
en la cocina a la luz. Ahora bien, a diferencia del buen vino, la miel no
mejora con la edad.
Si deseas que dure por más tiempo,
puedes cristalizar la miel. Para este procedimiento te recomendamos consumir un
poco de la miel para vaciar el frasco debido a que la miel al cristalizarse tiende
a expandirse, después bastará con guardarla en tu refrigerador.
Si deseas que tu miel deje de
cristalizarse, la mejor opción será meterla a baño maría y esperar un par de
minutos.
Finalmente, recomendamos no congelar la
miel, ya que al hacerlo pierde sus virtudes, especialmente su contenido de
vitaminas y enzimas.
¿Aún no tienes un tarro de miel en
casa? Esperamos que después de leernos (y sabiendo cómo conservarla
correctamente) te animes a hacerte con uno.
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