Originaria de la
región que hoy sería el altiplano sur del Perú y al noroeste de Bolivia, fue cultivada por los habitantes de estas regiones desde hace unos 8.000 años. En el siglo XVI, allá por el 1554, comenzó a ser trasladada a Europa por los españoles, quienes la consideraban una curiosidad botánica y no un alimento.
Aunque la patata en
nuestro continente se empezó a cultivar hace apenas unos siglos, actualmente es
uno de los alimentos que más se consume en nuestro país y en todo el mundo.
Jaerla, Carlita, Red Pontiac, Monalisa,
Bartina, Spunta, Kondor, Agria, Kennebec, Desiree, Fabula, Miren, Baraka,
Nicola, Victoria, Asterix y Entzia… son algunas de las variedades de patata que
el Instituto Madrileño de Investigación y
Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) de la Comunidad de Madrid,
está valorando para descubrir cuál es la más apta para el cultivo en la región
de Madrid, además de mejorar su calidad y competitividad en el mercado.
Se trata de una planta de clima
templado-frío, siendo las temperaturas más favorables para su cultivo las que
se encuentran en torno a 13 y 18ºC. Si la temperatura es excesivamente fría los
tubérculos quedarán pequeños y poco desarrollados. Por otro lado, si la
temperatura es demasiado elevada afecta a la formación de los tubérculos y
favorece el desarrollo de plagas y enfermedades.
Su siembra se hace sobre el mes de abril y su recolección se
realiza entre julio y principios de agosto, dependiendo del ciclo vegetativo de
cada una de las variedades: las tempranas tienen un ciclo vegetativo de 60 a 95
días, las semitempranas de 95 a 120, las semitardías de 120 a 135, y las
tardías de 135 a 145 días.
En un suelo húmedo y
rico en nutrientes, una planta
produce unas 20 patatas, que pueden
pesar hasta 300 gramos. No existe, pues, un alimento vegetal más productivo.
Actualmente podemos encontrar patatas
en cualquier época del año, pero lo haremos especialmente en agosto, septiembre
y octubre.
La papa tiene un alto valor nutricional. Compuesta
aproximadamente por un 78% de agua y un 18% de almidón, el resto serán
cantidades variables de proteínas, minerales (calcio, potasio, fósforo y
magnesio), lípidos y vitaminas (incluyendo la vitamina C). Las papas consumidas
con la cáscara son una excelente fuente de fibra.
En cuanto a los beneficios de la patata para la salud, señalaremos que
es capaz de controlar el
azúcar en sangre, favoreciendo la sensibilidad a la insulina (baja la tasa de azúcar en
sangre) y disminuyendo las concentraciones de colesterol y triglicéridos. Su
consumo estimula el uso de la grasa corporal como fuente de energía y es capaz
de saciar (el triple que la misma cantidad de pan). Además su contenido en
kukoaminas tienen un efecto benefactor sobre la presión arterial.
Cuesta imaginar nuestra cocina sin ella. La patata resulta,
además de sabrosa, más ligera de lo que se suele pensar y muy nutritiva.
Aparte de su valor alimentario, comer papa
es un placer para millones de personas alrededor de todo el mundo, siendo la
protagonista de diversos platos de la cocina regional de muchos países, ya sea
asada, sancochada, salteada, en puré o crema, en sopas, suflés, masas,
croquetas, en tortillas o simplemente fritas.
Con su fermentación se obtienen bebidas alcohólicas como el vodka, el aquavit
escandinavo, el brennivín islandés o el shochu japonés.
Las Naciones Unidas declararon el año 2008, oficialmente el Año Internacional de la Papa con el fin de
"aumentar la conciencia de la importancia de la papa como alimento en los
países en desarrollo".
Ahora sólo queda conocer cómo te gustan a ti las patatas…
Venga, cuéntanoslo…